En una sesión de Ayahuasca

La gente llegaba poco a poco. La noche recién empezaba y jamás imaginé que sería tan larga. Todos tenían un rostro compungido. Algunos iban por un dolor físico. Otros aquejados por otros males y sufrimientos. Si de algo estaba seguro era que la gente quería encontrar el alivio a sus preocupaciones. Reunidos en el amplio salón esperábamos la llegada de Jacobo para empezar el ritual.
Llegó el maestro y empezó con su trabajo. Empieza la mesada. Enciende un cigarro, otro, y otro cigarro. Bebe el ayahuasca, va cantando, va pidiendo por todos. Los participantes aún miran atónitos. Están a la espera de su turno. Uno a uno se van acercando hasta el maestro. Toman la ayahuasca. Se sientan en su lugar. Van pasando los minutos pero la noche recién comienza.
Se ordena que se apaguen las luces. Todo queda en tinieblas. La oscuridad es total. “No duerman, esperen un momento para que empiece a hacer efecto la planta”, dice: Jacobo. El silencio es total. Cada uno busca respuesta a sus inquietudes. Pasan los minutos. El ayahuasca va haciendo efecto. Parece que te duermes. Pero empiezan a aparecer imágenes por tu mente. Algunos dicen que veían una planta enredándose por todo su cuerpo. “Vi a mi socio, planificando para que todo me vaya mal”, dice una persona.

“Tuve mis dudas sobre un hecho pero hoy el ayahuasca me dio la respuesta que tanto buscaba”, afirmó otro participante.

Cada uno va relatando su experiencia y que vio. Uno de los asistentes dice que vio a su ex pareja emborrachándose en una discoteca. “Estaba casi cayéndose. Ojalá no siga por ese camino”, afirma. Luego todos son limpiados durante la mesada. Se espantan los malos espíritus y los malos deseos de aquellos que desean hacernos daño. A veces es muy fuerte la escena.
Recuerdo cuando me llegó mi turno para que me “chicoteen”. Caminé en tinieblas, mientras daba unos pasos más sentí como que estaba en otro lugar. “Oiga, venga por acá”, me dice una de las ayudantes de Jacobo. Parece que me quiero dormir. De pronto tengo en frente a Jacobo y me pregunta por lo que sentí. Me dice lo que acaba de ver en la mesada y me pide que me cuide de esa persona que me quiere destruir la vida. Todo sale aquella noche. Todo se puede saber si quieres ver y estás preparado. Otra chica revela algo estremecedor: su padre abusó de ella. Y encuentra en el ayahuasca la respuesta a ese tormento. Llora la noble jovencita. Jacobo le da palabras de esperanza. La chica agradece y afirma sentirse sosegada.
Las horas pasan como si nada. Se enciende una vela y veo que ya son cerca de las cinco de la mañana. La jornada fue extenuante pero sirvió para que todos nos diéramos cuenta de que sí es posible encontrar solución a nuestros males, el ayahuasca nos ayudó a viajar a ese mundo interior que mucha veces nos agobia. Esta planta milagrosa permitió que hoy sea una persona diferente y entienda cuál es mi misión en este mundo.

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